Discurría el año 1951 cuando Morocco comenzó su travesía de Champagne, actuaciones imposibles, bailes prohibidos, guiños en las mesas, frases con doble sentido y desfiles de gente guapa. Y en ese momento, se transforma en lo que queremos recordar y celebrar, un punto de referencia de una ciudad que quiere divertirse y olvidar.
Y por ahí, por las noches de ese Morocco en el que se podía encontrar, siempre, a un puñado de mujeres, las más bellas, desfilaban, los protagonistas de esa vida golfa que acompañan a los que vienen a Madrid camino del cielo. Al compás de los movimientos de cintura y de los velos que caían, Naïma Cherky, la que mejor enseño un ombligo cimbreante, hacía que perdiesen los papeles desde los estraperlistas convertidos en respetables hombres de negocio hasta los actores de Cifesa, los intelectuales, los toreros de medalla milagrosa y los futbolistas que, como Gento, ganaban unas copas por el día y otras las gastaban por la noche.
Por el escenario de Morocco no sólo pasaban bailarinas dispuestas, tras la actuación, al alterne con el cliente, sino que, siguiendo la mejor tradición del cabaret o music hall, los mejores humoristas del momento, Cassen, las voces más privilegiadas, Lolita Garrido, o las vedettes más impresionantes, Maruja Iglesias, eran atracciones habituales. Basta recordar que Morocco tenía dos orquestas. Una propia. Y así, llegamos a los años 70, y Morocco se adapta a los nuevos tiempos, destape, chiste verde y a la sátira, ya que el corsé de la Dictadura se iba aflojando y la Democracia apuntaba inexorablemente.
Cambios profundos en la sociedad española y cambios también en Morocco. Por primera vez iba a cambiar de nombre y en el otoño de 1978, pasó a denominarse «Talismán«, nombre con el que le bautizó la extraordinaria Lucía Bosé. Fueron cinco años, hasta el año 1983, de esplendor y éxito. Con actuaciones folklóricas, desnudos integrales, los boleros con Moncho, los chistes con Eugenio y … las orquestas, siempre las orquestas.
Después de esta etapa dorada vino la travesía del desierto hasta el final de los años 80. Y llegaron los 90. Y volvió Morocco con más fuerza que nunca. Un grupo de artistas encabezados por Alaska desearon que volviese el ambiente del cabaret favorito de los noctámbulos de antes. Así volvió a brillar un Morocco de decoración «Trash-Hollywoodiense y barroca». Un punto lleno de purpurina. De diversión. De noches sorprendentes. Salvaje. Alocado. Sin complejos. El lugar adecuado en el momento adecuado.
Olvido, anfitriona y sobre todo como Gran Musa; Pedro Munster (ahí sigue) de Disc-jockey; Almodóvar, García Alix, Berlanga, Loriga, Bosé, Flores en el escenario, la pista o la barra. Pintores, cineastas, periodistas, cantantes y demás fauna de la mala vida –que es la buena- reunidos en fiestas, conciertos, presentaciones de libros, conferencias, perfomances y actividades que remontaron un nombre que nunca se fue y lo asociaron a una manera de hacer cultura desde la diversión.
El tiempo nos alcanza, y con él llegamos hasta el presente cuya dirección corresponde a Juan Antonio Fernández. Con una decoración mucho más moderna y una música más actualizada sin perder la esencia de Morocco ahi tenemos a nuestro DJ responsable de que nuestros clientes puedan disfrutar de la sala más mítica de la capital siendo un punto de referente como siempre en Madrid.
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